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La Galerna

·28. April 2025

Ancelotti no ha resuelto el cubo de Rubik

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En mi primer artículo en La Galerna, estrenando 2025, escribí que no me parecía que faltara mucho para que Ancelotti hiciera jugar al equipo. Estos jugadores debían poder jugar mejor. Con el tiempo he llegado a la conclusión de que no debía ser tan sencillo. Esta especie de Dr Jekyll y Mr Hyde que ha sido el Real Madrid este año tuvo todas sus manifestaciones en el partido de la final de Copa del sábado.

El partido empezó como el 80% de nuestras apariciones en liga: sin fútbol. Hemos ido sobreviviendo por la inmensa calidad de los futbolistas, condensada en unos pocos destellos intermitentes. Algunas veces fue por la repetición sobrehumana de esfuerzos de Vini. Otras, por la consistencia y la fe de Bellingham o de Valverde, todocampistas capaces de mejorar las estadísticas de kilómetros del equipo. Compareció por fin, pasado el ecuador de la temporada, el Mbappé goleador. Sus números anticipan grandes campañas. Sus chispazos están empezando a aparecer con asiduidad.


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El equipo repitió errores y desesperó al madridismo en el primer tiempo de la final. Amagado atrás, apático, sin ideas y con tímidos intentos de presión alta. Sin confianza. Ancelotti ha repetido en ruedas de prensa que su preocupación es la defensa y el equilibrio, reconociendo que tiene un equipo desequilibrado (traducción: "me sobran delanteros y me faltan defensas") y que su patrón de juego favorito es el 442. Ave María purísima.

Ancelotti se ha equivocado mucho este año. Los rivales nos han analizado y han aprovechado nuestras debilidades en todas las competiciones. Lo peor es que no ha habido respuesta ni reacción

Ancelotti no ha sido capaz de resolver su cubo de Rubik particular con las posibilidades que le ofrecen los futbolistas de la plantilla. Probó con tres centrales y dos carrileros, con 4 centrocampistas... y al final se decantó por un 433 suicida, en el que la banda derecha ha quedado sistemáticamente expuesta con un menguante Rodrygo y un Lucas crepuscular.

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Es evidente que, pese a la falta de piezas clave en el equipo por las lesiones y las posiciones no cubiertas de Nacho, Joselu y Kroos, Ancelotti se ha equivocado mucho este año. Los rivales nos han analizado y han aprovechado nuestras debilidades en todas las competiciones. Lo peor es que no ha habido respuesta ni reacción.

El Madrid puede jugar a la ruleta rusa en unos cuartos o semis de champions y puede salir bien una vez, dos, pero nunca sale bien si conviertes el riesgo en rutina. Nos hemos dejado plumas contra rivales muy inferiores sobre el papel en la Liga y en Copa. El sufrimiento ha sido una constante durante toda la temporada, en el césped, en la grada y también en el sofá.

Ancelotti no es un becario en esto del fútbol. Creo que saltamos a La Cartuja con un equipo pensado para aguantar la primera media hora ahorrando energía, sabiendo que el Barça es muy dominante pero que anda escaso de fuelle. Las decisiones de meter en el once a Ceballos y a Mendy, recién salidos de la enfermería, me sugieren control y un stopper para el futbolista más desequilibrante del rival. El plan no era exigirles mucho, sino cerrarle espacios a Lamine con ayudas y aguantar el balón frente la presión del Barça tras pérdida. Simeone lo habría firmado. Probablemente, eso no es lo que queremos los madridistas, pero eso es Ancelotti y no nos ha ido nada mal con él. La segunda unidad empezó a calentar en la banda en los últimos minutos de la primera parte. Esta vez el italiano estaba decidido a hacer cambios temprano aprovechando la ventana de sustituciones que tenía reservada para Mbappé. El 1-0 obligaba.

El Madrid puede jugar a la ruleta rusa y puede salir bien una vez, dos, pero nunca sale bien si conviertes el riesgo en rutina. El sufrimiento ha sido una constante durante toda la temporada

Y salió bien. El equipo nos regaló los mejores 30 minutos de la temporada. Las claves fueron los errores groseros que nos costaron goles; eso te puede pasar, aunque no tres veces en un partido y mucho menos en una final, pero el elefante en la habitación fue la dificultad de esta temporada para ganar por más de un gol y de amarrar resultados. Vini tuvo tres acciones de área en las que no eligió bien, dos acabaron en disparos a puerta sin premio y otra con un mal pase a Mbappé. Un Vini al 100% habría despachado el título en la primera media hora de la reanudación.

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Los jugadores no están centrados en el fútbol. Por la larguísima y exigente temporada, por los resultados, por la putrefacta atmósfera extradeportiva que rodea al Real Madrid, por la deficiente preparación física. No me cabe otra explicación del error de Courtois saliendo de forma extemporánea a por Ferrán, después de haber hecho un paradón liverpoolesco a Lamine. Tampoco tengo explicación para la blandísima salida de balón de Modric, tras una recuperación en banda que puso muy fácil un chut desde la frontal. Mal Modric, mal Brahim. El Courtois de diez minutos antes habría detenido el disparo de Koundé. Colocado, pero no imparable.

Tener fe en el Real Madrid no es mucho pedir: siempre te acaba dando la razón

A pesar de la derrota estoy orgulloso de la reacción ante un resultado adverso frente a un enemigo que nos ha pintado la cara demasiadas veces. Un arreón mas que notable, que sembró dudas en el rival y que nos dio alas por momentos. También estoy conmovido por el inmenso ejercicio de voluntad de Jude, de Fede, de Vini y de Rudiger, que abandonaron vacíos el césped. Fran y Tchouameni hicieron un excelente partido y Asencio estuvo serio y solvente.

Pero perdimos. Se felicita al rival, se pasa página, se analizan errores y se corrigen para lo que viene, manteniendo lo que funciona. Es decir, dos arriba y Güler con la brújula señalando siempre el norte.

¿Verdad, Carlo?

El título de Liga pasa por ganar todos los partidos que quedan, empezando por el Celta y siguiendo por el de Montjuïc. Por lo visto en Sevilla, no es imposible, y si fueran victorias por más de un gol y mostrando el fútbol que vimos por momentos en la final de Copa, estaríamos transmitiendo las señales de vida futbolística que necesitamos para volver a pensar en celebraciones. Tener fe en el Real Madrid no es mucho pedir: siempre te acaba dando la razón.

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