Nacional Es Pasión
·27 January 2025
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·27 January 2025
El análisis de Juan Felipe Velásquez. . .
La noche en el Atanasio Girardot fue mucho más que un partido de fútbol; fue una declaración de intenciones. Atlético Nacional, bicampeón y con nuevas energías bajo la dirección de Javier Gandolfi, se presentó ante su hinchada con un espectáculo que rozó la perfección. Desde las primeras horas de la tarde, las calles aledañas al estadio se llenaron de camisetas verdes, cánticos y expectativas. La afición no solo quería ver fútbol, quería respuestas: ¿el equipo mantendría la fórmula del éxito del semestre pasado o se reinventaría bajo el mando del nuevo estratega? El contundente 4-0 sobre Once Caldas fue la mejor respuesta posible.
El ambiente previo al encuentro tuvo su dosis de tensión. La aplicación de boletería presentó fallos que provocaron molestia entre los asistentes, pero la gestión del club permitió que todos ingresaran a tiempo para disfrutar de la gala. Una vez dentro, los rostros ilusionados miraban al campo, donde nombres como el de Mateus Uribe y el joven Joan Castro despertaban curiosidad. La ausencia de Álvaro Angulo, transferido a Independiente, y de Andrés Román, aún recuperándose, eran temas de conversación en las tribunas, pero la fe en el equipo no se tambaleaba.
Cuando el árbitro dio inicio al juego, el Atanasio cobró vida. Nacional tomó el control del balón desde el primer minuto, demostrando que el proyecto Gandolfi tiene bases sólidas. Con una presión alta que asfixiaba al rival, el equipo se mostró dinámico y ofensivo, aunque Once Caldas, herido en su orgullo, logró contener la embestida inicial. Sin embargo, al filo del descanso, Joan Castro encendió las emociones. Con una internada fulminante por el costado derecho, recibió un pase quirúrgico de Mateus Uribe y definió con una categoría que hizo estallar al estadio. Nacional se iba al vestuario con una ventaja mínima, pero con el control absoluto del partido.
El segundo tiempo fue un monólogo verdolaga. Apenas dos minutos después del reinicio, Juan Manuel Zapata marcó el 2-0 tras una jugada colectiva impecable que combinó precisión y velocidad. Once Caldas no encontraba respuestas, y Nacional no tenía intenciones de detenerse. A los 51 minutos, Edwin Cardona tomó el balón fuera del área y, con un remate lleno de potencia y colocación, firmó uno de esos goles que los aficionados recordarán por años. La cereza del pastel llegó al minuto 57, cuando Joan Castro, el héroe inesperado de la noche, apareció nuevamente para sellar el marcador con un doblete tras un pase preciso de Dairon Asprilla.
Con el partido definido, Gandolfi aprovechó para dar minutos a jugadores como Billy Arce y Faber Gil, quienes fueron recibidos con ovaciones. El técnico argentino no solo presentó un equipo ganador, sino que dejó entrever un estilo que combina jerarquía y juventud, una fórmula que ilusiona a toda la afición verdolaga. Las dudas iniciales quedaron atrás, y en su lugar surgió una certeza: Nacional está listo para volver a ser protagonista en todos los frentes.
En medio de la euforia por el regreso triunfal de Atlético Nacional, aún resuena en la memoria verdolaga la abrupta salida de Efraín Juárez, el técnico mexicano que decidió abandonar el club tras diferencias internas que ahora parecen insignificantes frente al potencial mostrado por el equipo. Su pataleta, absolutamente innecesaria, marcó un capítulo que contrasta con el ambiente actual de unidad y renovación. Juárez, en un arranque que muchos califican de inmadurez, dejó ir la oportunidad de consolidar un proyecto en el club más grande de Colombia, un error que seguramente pesará en su carrera por mucho tiempo.
El Nacional de 2025, reforzado y sólido, dejó en claro que las decisiones acertadas de la directiva, como la confirmación de Alfredo Morelos y Marino Hinestroza, y la incorporación de figuras como Mateus Uribe, fueron clave para este nuevo comienzo. La plantilla no solo se mantuvo en su mayoría, sino que también sumó calidad en áreas estratégicas, logrando una cohesión que no se veía desde hace tiempo. Lo que pudo haber sido un año de incertidumbre tras la salida de Juárez se transformó en un futuro prometedor bajo la dirección de Gandolfi, quien llegó no solo a apagar incendios, sino a construir una versión aún más ambiciosa del equipo. En Medellín, la hinchada ya lo sabe: las pataletas pasan, pero el verde siempre prevalece.
La atmósfera festiva en las tribunas reflejaba el sentimiento generalizado. Este equipo no solo promete alegrías, sino que parece dispuesto a marcar una época. Con la confianza renovada, Nacional ya se prepara para su próximo reto: la final de la Superliga frente a Bucaramanga, una oportunidad para sumar otro trofeo a sus vitrinas y consolidar el proyecto Gandolfi.
View publisher imprintEl fútbol colombiano tiene razones para estar atento. Atlético Nacional no solo ganó; gustó, goleó y envió un mensaje claro: el campeón está de vuelta, y no tiene intención de ceder su trono. La hinchada, entregada y emocionada, sueña con que esta temporada sea aún más gloriosa que la anterior. El verde paisa, una vez más, mete miedo desde Medellín.