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En un momento dado

·22 December 2024

¿Por qué tantas derrotas?

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Si dos puntos bastan para poder dibujar una línea, seis tropiezos en las últimas siete jornadas de Liga sirven para señalar con claridad la crisis de resultados que atraviesa el Barça de Flick tras su esperanzador e impactante inicio de temporada. Para que un equipo como el culer acumule semejante sucesión de tropiezos tienen que pasar muchas cosas: ausencias, debilitamiento del juego colectivo, bajos momentos de forma individuales, equivocaciones del cuerpo técnico, planteamientos de los rivales que revelan un mayor grado de conocimiento, e incluso mala fortuna. Los duelos ante Real Sociedad, Celta, Las Palmas, Betis o Leganés tuvieron mucho de todo esto, y hacen descansar su análisis bajo un mismo paraguas. Lo comparten desde muchos puntos de vista, y son varias las lecturas que los atraviesan. La derrota de los azulgranas el sábado contra el Atlético de Madrid, en cambio, se les separa. No se les parece. De no formar parte de la misma racha y llegar justo a continuación, de hecho, cabría extraerla de la ecuación. Tratarla aparte. No fue el mismo Barça aunque, al final, cayera igual. Hasta este fin de semana, los malos resultados barcelonista habían ido de la mano del empobrecimiento de su juego. Frente a los de Simeone, sin embargo, perdieron tras firmar su mejor actuación del curso.

Lo hicieron sin Lamine Yamal, cuya baja siempre amenaza con descomponer el orden y el sentido del juego culer. Flick la combatió cruzando dos caminos. Por un lado, tomó la decisión ya abrazada ante el Brest en Champions de mantener los perfiles de sus delanteros para que el reparto de posiciones y roles que habitualmente estructura al ataque del equipo no se rompiera. Así, Raphinha pasó a la derecha para ser el extremo abierto a banda que recibe al pie y, desenvolviéndose a pierna cambiada, decanta a la defensa para generar ocasiones de gol. El cambio de banda del brasileño significó la entrada en el once de Fermín, ubicado en la punta izquierda con la misión de sumar intensidad, desgaste y recorridos tanto a la hora de presionar como de lanzar desmarques. Un extremo derecho que crea, y un extremo izquierdo que corre. El otro camino que siguió Flick fue el de abrazar a Pedri como futbolista a potenciar y alrededor del cual organizar al equipo. El Barça que, en última instancia, siempre mira hacia el extremo derecho, no trató a Raphinha como habitualmente trata a Lamine, sino que esa consideración la orientó hacia Pedri.


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El canario respondió a la cortesía con una de las mejores actuaciones de su carrera. La decisión de fondo del planteamiento local fue la de permitir que Pedri pudiera moverse con naturalidad por las diferentes alturas del mediocampo. Que no tuviera que sujetarse permanentemente ni en la base de la jugada ni en la frontal del área, de modo que con su calidad y participación asumiera el peso cerca de portería rival que en otras ocasiones le ha correspondido a Lamine. El Pedri más interior y menos mediocentro desde la lesión de Marc Bernal. Fueron clave para ello el paso al frente de Koundé, Casadó y los centrales gestionando la base de la jugada, encargándose de filtrar pases a la siguiente altura para que el canario pudiera delegar la función de mensajero y activarse, también, como receptor. Para no ser él quien lleve el esférico a tres cuartos de campo, sino quien lo reciba.

El otro ajuste con el que potenciar el papel de Pedri tuvo que ver con la amplitud de Fermín. El canterano ocupó el extremo izquierdo con más presencia en la cal de la que viene teniendo Raphinha, no tanto recibiendo fuera para centrar o encarar al lateral rival, sino para ocupar el costado por delante del balón sin implicar en ello a Balde. En primer lugar, para que el defensor atlético arrastrado hasta la cal fuera Marcos Llorente y no Giuliano Simeone, y que así Pedri pudiera encontrar espacios entre el lateral y el central. En segundo lugar, con Fermín abriendo el campo, Balde pudo participar en zonas más centradas y retrasadas, interviniendo a la izquierda de Casadó y, nuevamente, permitiendo a Pedri subir una altura con la espalda cubierta. Situado el 8 en la frontal, el Barça perdía el balón arriba, con el mediocampo colchonero girado hacia su portería, y con los laterales en disposición de saltar a la presión por dentro al no ser, esta vez, los encargados de dar la amplitud por fuera a los ataques. Además, en esta fase del juego, la presencia de Gavi en el once como interior derecho sumó otro plus a la transición defensiva, pues la zona de mayor activación defensiva del andaluz coincidía con el espacio de Pablo Barrios, el visitante más preparado para sortear la presión barcelonista, dar respiros a los suyos alargando los momentos con balón y encontrar a Griezmann por delante.

Se insinuaba en el primer párrafo que el Barça no pinchó ante el Atlético de Madrid por las mismas razones que ante Real Sociedad, Celta, Las Palmas, Betis o Leganés, pero no es verdad. El Barça jugó mucho mejor que en sus anteriores tropiezos. Infinitamente mejor. De hecho, lo normal es que de haberse disputado diez veces el mismo encuentro, los colchoneros sólo ganasen el partido del sábado. El Barça fue mejor que su rival, y ni la buena lectura de Simeone desde el banquillo lo discutió. El Cholo pasó a defensa de cinco para tapar mejor los intervalos entre central y lateral cuando los extremos del Barça fijaban por fuera, introdujo a Koke para tener una segunda referencia con balón junto a Barrios, y recurrió a Sorloth para poder imponerse en el juego directo o atacando los espacios. Pero el Barça fue mejor. El Barça perdió siendo mejor porque no fue eficaz culminando sus ataques, sin encontrar en Lewandowski la garantía finalizadora de que disfrutó en el arranque de Liga, y perdió siendo mejor porque no fue contundente atrás. Una versión culer más resolutiva en las áreas habría ganado el sábado con buen fútbol, y probablemente, con peor juego, también ante Real Sociedad, Celta, Las Palmas, Betis y Leganés. Jugando muy bien, mal o regular, es un Barça que marca menos pero encaja igual. Un Barça que necesita marcar más o encajar menos. El juego lo volvió a encontrar contra el Atlético.

– Foto: Alex Caparros/Getty Images

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