Diario La Escuadra
·15 avril 2025
El gran declive del Atleti Femenino

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·15 avril 2025
Hubo una época, no tan lejana, en la que el Atlético de Madrid Femenino miraba de tú a tú al Barça, le quitaba ligas, celebraba Copas de la Reina y soñaba en grande. El último 6-0 encajado frente a las culés no es una anécdota, es un síntoma. Ya no es que hayan dejado de competirle al Barça, es que han dejado de recordar cómo era eso de tener algo que perder. ¿Cuándo fue que este equipo decidió dejar de intentarlo?
Durante los años dorados (sí, existieron), el Atleti femenino ganó tres Ligas consecutivas entre 2017 y 2019, y una copa de la reina en el 2016, arrebatándole así la hegemonía al mismísimo Barça. El equipo estaba lleno de talento, carácter y ambición. Se hablaba del proyecto con orgullo y hasta parecía que había un plan a largo plazo.
Pero una vez llegaron los títulos, la directiva rojiblanca se dio cuenta de algo que les pinchó el globo: ni con medallas colgando del cuello salían las cuentas. El fútbol femenino, dijeron por lo bajini, “no da rentabilidad”. Y en lugar de invertir para construir sobre ese éxito, decidieron dejarlo morir, como quien se olvida de regar una planta y luego se pregunta por qué cruje al tocarla.
Resultado: No hubo inversión, no hubo apuesta, no hubo nada. Solo silencio. Y en ese vacío, llegaron los fichajes de rebote, las jugadoras que están más de paso que en casa, y una plantilla que, salvo contadas excepciones, parece no tener claro ni qué pinta aquí. Hay jugadoras que están, juegan, cumplen… pero sin enamorarse. Y sin amor, esto no es fútbol. Es una lista de convocadas.
Fuente: Diario AS
Uno podría pensar que, con la situación actual, el club apostaría por un proyecto firme, con una dirección clara. Pues sorpresa: en los últimos años, el banquillo del Atleti femenino ha sido un constante vaivén. Entrenadores que llegan, no se asientan, se van… y vuelta a empezar. Así es complicado crear una identidad de juego, establecer dinámicas positivas o simplemente construir algo que no se derrumbe en cada jornada.
A esto se suma una directiva que parece no querer soltar el control, pero tampoco sabe muy bien qué hacer con él. Aunque hay algo que los altos cargos sí han sabido hacer: la presentación de los nuevos fichajes y la celebración de títulos. Cuando el equipo ha conseguido triunfos, el club ha sabido celebrarlos con eventos y reconocimiento a sus futbolistas, reforzando su identidad y conexión con la afición. Sin embargo, el éxito pasado no basta si no hay un proyecto sólido que asegure el futuro.
El Atleti es un barco sin rumbo, a la deriva entre palabras huecas. No hay una idea de juego. No hay una identidad. No hay una dirección. Es como si alguien preguntara: “¿Qué queremos ser?” Y la respuesta fuera: “Lo que salga este finde.”
Fuente: Agencia EFE
Mientras tanto, el FC Barcelona ha construido un imperio. Fichajes top, cantera potente, identidad de juego y un presupuesto acorde. Por lo que esta temporada ya le ha metido doce goles al Atleti… y no ha recibido ni uno solo. Si esto fuera boxeo, el árbitro habría parado el combate en el segundo asalto.
Y mientras el Barça se pasea, el Real Madrid femenino crece a pasos agigantados y atrae talento. ¿Y el Atleti? Pues ahí está, en tierra de nadie. Demasiado grande para pelear por no descender, pero cada vez más lejos de los que mandan. Un equipo que finge grandeza en apariencia, pero que carece tanto de energía en ataque como de solidez en defensa. Un quiero y no puedo constante. Un equipo que antes peleaba por todo y ahora se conforma con que no le pinten la cara… aunque últimamente eso tampoco se cumple.
Lola Gallardo, es una de las pocas que está alzando la voz sobre la situación general del club, llegando incluso a decir tras el 6-0 del Barça: “El escudo del Atlético de Madrid está por encima de todas nosotras”. Y aunque tenga razón, lo preocupante es que parece que ya nadie está debajo tampoco. El escudo está solo.
El Atleti femenino no está donde está por casualidad, ni porque el Barça sea demasiado bueno (que lo es). La caída viene de años de falta de inversión, de planificación a corto plazo y de un desapego preocupante por parte de los que toman decisiones. El equipo que un día fue campeón hoy se conforma con no ser humillado.
Eso sí, aún hay tiempo de reaccionar. Pero para eso, hace falta algo que ahora mismo parece tan raro como un voto británico a España en Eurovisión: compromiso real desde arriba. Porque talento, afición y escudo hay. Solo falta que alguien se lo tome en serio.