Me llamo Arda Güler Meridio | OneFootball

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La Galerna

·24 April 2025

Me llamo Arda Güler Meridio

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Los automatismos son imprescindibles para poder centrar los esfuerzos en lo complejo y mejorar el rendimiento. Si tuviéramos que estar pendientes de la respiración cada pocos segundos, no podríamos atender el resto de tareas vitales, sería un engorro incluso tomarse una copa de vino. Si durante la conducción no mecanizáramos acciones como pisar el embrague, cambiar de marcha, mirar por el retrovisor o accionar el intermitente, no podríamos prestar la atención necesaria a la vía y sus condiciones y resultaría más difícil reaccionar en una situación de riesgo. Es necesario que las operaciones básicas no necesiten atención cerebral permanente y de ese modo reservar las capacidades para lo importante.

En fútbol sucede igual. Cuando un equipo funciona tiene automatizada la salida de balón y la adapta sin pensar a las cambiantes condiciones del juego. Si hace cuarenta años Ochotorena, como si jugara a los bolos, lanzaba la pelota con la mano a los pies de Gallego, y durante la última década Kroos se asomaba al ventanal izquierdo del área propia a recoger el balón de manera natural, instintiva, esta campaña el Madrid ha de pensar qué hacer para sacar la bola. Y eso supone un esfuerzo extra que se refleja en el precario inicio de creación blanco.


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Anoche en Getafe vimos algo diferente. Durante unos minutos hubo fluidez, facilidad, sencillez, juego engranado. El artífice fue Güler

¿Por qué no se generan automatismos en la salida de balón? Principalmente porque no hay nadie que haya jugado con continuidad en esa posición. ¿Por qué? De nuevo, esta temporada ha sido profusa en lesiones. La plantilla es muy corta por unas zonas y muy larga por otras. Y Ancelotti, con lo que dispone en cada momento, ha ido probando —o no probando— distintas opciones sin demasiado éxito. Resultado: estamos acabando la campaña y aún no se han creado los hábitos necesarios en la creación de juego. Lo más parecido a un funcionamiento adecuado fueron un puñado de partidos con Ceballos en el papel de faro en un centro del campo más tendente a lo físico.

Sin embargo, anoche en Getafe vimos algo diferente. Durante unos minutos hubo fluidez, facilidad, sencillez, juego engranado. El artífice fue Güler, quien ubicado sobre la calva del césped provocada por las botas blancas de Kroos agarró el balón e hizo funcionar al Madrid con ecos germánicos.

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Hoy en día, Arda no llega a la precisión de Toni. De su regularidad, huelga hablar. En cambio, al turco le adornan dos virtudes capitales: último pase y gol. Menos sobriedad pero más chispa. Su trabajo sin balón, en la presión y el repliegue, también fue mejor que en otras ocasiones, donde se echó en falta más compromiso.

Güler desatascó el juego blanco, con la dificultad extra que entraña medirse a un rival dirigido por Bordalás. Demostró visión, pase, temple y una ansiada capacidad para ordenar el caos. Se asoció bien con todo bicho viviente que portara una camiseta blanca con un escudo redondito. Su posicionamiento dinámico le permitió aparecer como opción de pase para sus compañeros. Su impacto táctico no fue menor al estético, pero ambos fueron inferiores al más importante: el impacto en la victoria, lograda merced a su buen tanto. Construcción del juego, desborde y conducción y finalización.

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A los madridistas nos encantó el encuentro de Arda. No pocos aprovecharon para recordar que ellos llevan desde tiempo ha reclamando que Güler debe jugar donde ayer, que esa es su posición. Nadie que no esté dentro del vestuario puede juzgar con conocimiento de causa por qué juega o no un futbolista determinado y cuál es el motivo para que un entrenador lo coloque en una posición y no en otra. Si bien parece claro que Ancelotti podría haber ubicado antes a Güler donde anoche, sobre todo en esta temporada tan abundante en bajas.

Güler se postuló para portar los galones de la creación blanca. Fue le faro táctico en un partido complicado. Lució visión, precisión, versatilidad y definición. Para convertirse en un fijo —además de lo principal, que lo alinee el técnico—, debe ganar consistencia de juego y física, mejorar en defensa, y demostrar continuidad.

Conviene, no obstante, no lanzar las campanas al vuelo. Sin continuación, lo de Getafe solo habrá servido para ganar tres puntos y disfrutar de algunos buenos minutos del turco.

Pero es inevitable soñar y que cada uno nos montemos nuestra película. La mía, anoche, en el Coliseum: «Me llamo Arda Güler Meridio. Comandante de los ejércitos del norte de Ankara. Y juro que triunfaré en el Real Madrid».

Getty Images

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