
La Galerna
·11 aprile 2025
Las dos venidas de Beenhakker

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Leo Beenhakker es uno de esos técnicos que ha vivido (sin contar interinidades) dos etapas en la casa blanca. En esa lista se encuentran también gente como Quincoces, Albéniz, Molowny, Di Stéfano, Toshack, Capello, Zidane o Ancelotti.
En la campaña 1985-86, el entrenador blanco era Luis Molowny, que acababa de cumplir 60 años y decidió que cuando finalizara el curso futbolístico ponía punto final a su etapa en los banquillos. El cuadro merengue volvió a ganar la Liga tras seis años de sequía y revalidó el título de la Copa de la UEFA. Ramón Mendoza comenzó a buscar al capitán de la nave madridista para un nuevo proyecto del equipo. En un primer término pensó en Luis Aragonés, pero el madrileño rechazó el ofrecimiento. A continuación, tocó las puertas de Menotti y Clemente. Al argentino lo descartó por la poca química que vio entre ellos, y con Clemente no se llegó a un acuerdo total. Fue entonces cuando surgió la idea de Leo Beenhakker porque al presidente se lo recomendó Jorge Valdano, que lo había tenido en el Real Zaragoza. Para ello, el neerlandés desestimó su continuidad en la selección oranje, a la que dirigía desde 1985.
Con la llegada de la primavera, hubo una primera toma de contacto en Bruselas y más tarde dos en la capital de España. Mendoza y Leo Beenhakker congeniaron y en el mes de abril de 1986 se hizo oficial el acuerdo. El presidente lo confirmó en Milán, manifestando, además, que “Beenhakker es un entrenador moderno, gran persona, hombre joven, conocedor del fútbol europeo y que encajará bien con la plantilla”. Otro que habló para elogiar la figura del neerlandés fue Valdano, que señaló que “conoce de futbolistas y de seres humanos” y lo calificó como “un defensor del fútbol abierto y tácticamente valiente; Leo es ambicioso en sus sistemas de juego y tiene capacidad para contagiar y transmitir esa mentalidad”.
En algunos medios le bautizaron como ‘El filósofo del fútbol’ y ‘El tulipán blanco’. La prensa rápidamente buscó sus primeras palabras y tanto AS como Marca lo entrevistaron aquella primavera.
La portada de AS decía: ‘Beenhakker descubre sus secretos’. En cuanto a la disciplina, declaró: “¿Duro?: jamás permití que nadie dejara de cumplir con su deber”. Si había dudas respecto a su pasado, se reivindicó: “No hay que olvidar que ya gané un título de Liga en mi primer año de entrenador con el Ajax y creo que esto es ya una buena referencia. Por otra parte, mi paso por Zaragoza creo que fue positivo”. Por último, respecto a si iba a tener plenos poderes respondió que “a eso te diré que yo tengo mis propias concepciones del fútbol y estoy seguro de que no planteará problema alguno este asunto cuando llegue el momento”.
Marca fue directamente a buscarle a los Países Bajos con sus enviados especiales Ángel Retamar y Julio Palomar. Beenhakker se puso varios retos: “Quiero un Madrid muy espectacular. La Copa de Europa, por prestigio, debe ser una meta trascendental para nosotros”. Además, era consciente de que “es la gran oportunidad de mi vida; he luchado como loco para llegar hasta aquí”. En la entrevista dejaba claro su punto de vista futbolístico y era un estilo ofensivo y atacante: “El fútbol es para el público y hay que conseguir que se divierta. Lo bonito es dejar KO al rival, intentar golearle”. Por último, aclaró el aspecto del preparador físico porque él solía trabajar solo: “Tengo mis ideas sobre la preparación física. Aquí, en Holanda, al mismo tiempo que se prepara uno para ser entrenador, se hace un curso muy extenso y profundo sobre la preparación física. Quiere eso decir que se consigue compaginar la parte técnica y física, pero, cuidado, no quiero decir con esto que vaya a prescindir de un preparador físico. Si el Real Madrid tiene uno, y como creo, es muy bueno, podemos trabajar juntos”.
En el mes de julio también habló para la revista oficial del club en su número 434, cuando el equipo hizo su presentación oficial en el Santiago Bernabéu. De su llegada al club, confesó que “el Real Madrid siempre ha sido un sueño para mí. La diferencia con otros clubes es que aquí siempre se tiene la obligación de ganar títulos, por historia, calidad y afición”. Sobre su estilo, expuso que “en mi opinión un gran ataque es la mejor defensa, pero lo más importante es jugar a ganar”. Y, además, cuando se le preguntó por la ansiada Copa de Europa respondió que se consideraba una persona “práctica que piensa en ganar el encuentro más próximo, ya que los títulos se consiguen día a día”.
Aquella primera etapa de tres años de Beenhakker concluyó con cinco títulos, tres Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa, con momentos de un juego excelso de ‘La Quinta del Buitre’ y también con algún conflicto con varios jugadores, y, sobre todo, con el lunar de no alzar la Copa de Europa, principalmente en aquel año 1988 de la eliminación del PSV. En 1989 finalizaba contrato y Ramón Mendoza optó por no renovar y buscar nuevos bríos para el equipo con John Benjamin Toshack.
Leo Beenhakker firmó por el Ajax, donde estuvo dos temporadas y comenzó una tercera, hasta que de nuevo Ramón Mendoza lo llamó para que volviera a la entidad de Chamartín a finales del mes de septiembre de 1991 con un contrato de tres años. En esta ocasión, al equipo blanco lo entrenaba Radomir Antic, que tenía al equipo líder del Campeonato de Liga en las primeras jornadas. Por tanto, el nuevo puesto que le ofreció el presidente madridista fue el de mánager general. El aterrizaje de Beenhakker enfadó mucho a su antiguo club, el Ajax, que vio con estupor toda la operación y acusó al club madrileño de falta de ética. El neerlandés se mostró feliz y afirmó a su regreso que “entrar en el Bernabéu ha sido como regresar a casa”. En su nuevo cargo iba a estar por encima de Antic, pero con la intención de formar un dúo, compenetrarse y trabajar ambos codo a codo: “No tengo ningún interés en tocar su trabajo. Tras 25 años en el banquillo me interesa mucho mi nueva labor. He firmado como mánager, no como entrenador. Eso no significa que en una situación excepcional, de emergencia, me pueda sentar en el banquillo de forma provisional. Antic debe estar muy tranquilo. No he venido para quitar el trabajo a nadie”. Aunque, en los mentideros de la época, ya corría el rumor de que Mendoza lo prefería como técnico, pero la labor de Antic estaba siendo positiva.
En los siguientes meses trabajaron de forma conjunta y en alguna ocasión tuvieron que salir a desmentir una mala relación entre ellos. El equipo blanco funcionaba y continuaba líder, pasó varias rondas en la Copa del Rey y la Copa de la UEFA hasta que llegó el mes de enero de 1992. En una decisión sorprendente que no muchos entendieron, incluidas personas dentro del club y la plantilla (Butragueño afirmó que “no esperaba que pudiera ocurrir, ni nadie”), Mendoza destituyó a Radomir Antic para colocar de nuevo a Beenhakker en el banquillo.
El Barça había recortado distancia a los blancos en la clasificación, pero a Mendoza lo que le disgustaba era el juego del equipo. Para la prensa fue la crónica de un cese anunciado porque la destitución del técnico yugoslavo rondaba la cabeza de Mendoza desde el mes de agosto. El presidente se escudó en que echó a Antic por “unos informes de los técnicos del club” y que el motivo del cambio era “para intentar mejorar, necesitamos un fútbol más ofensivo”. En la rueda de prensa para presentar de nuevo a Beenhakker explicó que “las causas son cuestiones técnicas. El cambio supone un riesgo y sentamos un precedente; el tiempo nos dará o no la razón. Tal vez haga falta un sistema diferente, un fútbol más ofensivo y espectacular. Al menos, en terreno propio” Además, puso de ejemplo al eterno rival: “El Barcelona hace un juego de otro planeta. Al Bernabéu acuden 90.000 espectadores y 30.000 de ellos exigen espectáculo, algo que no tenemos en este momento”.
Beenhakker recogió el guante del presidente y dijo que “buscaremos resultados y espectáculo. Encontrar ese equilibrio es lo más importante y difícil”. No quiso pronunciarse sobre el juego del equipo: “No estoy en situación de valorarlo. Cada entrenador tiene su propia filosofía, lo que no significa que la mía sea la mejor o peor. Para mí, dentro de mi forma de ver el fútbol, hay que buscar algo más dentro del Real Madrid”. Por último, añadió unas palabras para Antic: “Siento mucho lo que le ha sucedido, pero el fútbol muchas veces es una trampa“.
El neerlandés tomó los mandos, pero la campaña no finalizó con los éxitos que se esperaban. Primero el Real Madrid cayó en semifinales de la Copa de la UEFA frente al Torino, luego se perdió la Liga en Tenerife en la última jornada con escándalo arbitral y noticias de un intento de soborno a un jugador blanco y, para terminar, en el último choque de la temporada se esfumó la Copa del Rey en la final contra el Atlético de Madrid en el Bernabéu. Beenhakker no se sintió molesto con los rumores de destitución en el mes de junio y puso su cargo a disposición del club: “Si el cambio de entrenador es la solución, aquí está mi silla”. El penúltimo día del mes firmó su finiquito y abandonó la entidad blanca.
Fotografías: archivo Alberto Cosín
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