
La Galerna
·06 de abril de 2025
Los pitos a Vinícius

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Convendremos en que, a menudo, el fútbol saca lo peor de nosotros. Si bien para ello es condición indispensable que dentro alberguemos ese «peor», porque de donde no hay no se puede sacar, sería como intentar retirar una Champions del museo del Atleti. Sucede porque el fútbol, más que un deporte, un juego o una afición, es una terapia, a la vez que un espejo que solo te responde la verdad. Uno no se planta frente al televisor o acude al estadio solo para ver un partido, sino que durante el mismo aprovecha para exorcizar sus demonios interiores, y la imagen que proyecta cuando insulta suele ser precisamente eso, una proyección de sus propios traumas y complejos.
¿A Vinícius no se le puede criticar? Por supuesto que sí. Es más, es necesario. Sin crítica no hay mejora. Si lisonjeáramos cada día y por todo a Vini terminaríamos convirtiéndolo en un niño malcriado que con su actitud pasivo-agresiva destituiría entrenadores, condicionaría campeonatos y pegaría balonazos a los espectadores rivales.
A menudo, el fútbol saca lo peor de nosotros. Si bien para ello es condición indispensable que dentro alberguemos ese «peor», porque de donde no hay no se puede sacar, sería como intentar retirar una Champions del museo del Atleti
¿Es coherente pitar a Vinícius nada más comenzar un partido porque falle un penalti y no parar de silbarle durante todo el encuentro aunque marque el tanto del empate y no deje de intentarlo? No. ¿Ayudan al Real Madrid los pitos a Vinícius? No. ¿Cada uno es libre para pitar todo lo que quiera? Faltaría más. Muchos creen que deben reeducar a los demás y que gracias a sus opiniones y observaciones, y no al trabajo y al esfuerzo de los demás, el mundo gira más redondo.
En el plano general, Vinícius ha sido determinante para ganar múltiples trofeos, entre ellos dos Champions, e innumerables encuentros. Es con diferencia el futbolista más determinante de la actualidad, ese que jugando mal resuelve partidos. No se esconde nunca. Encarna la genética madridista de no rendirse jamás. Se sobrepone a todo, provenga de afuera o de adentro. ¿Cuántas veces ha remontado el Madrid jugando fatal gracias al ímpetu de Vini incluso en sus peores días?
En el plano corto, el Madrid venía de clasificarse para la final de la Copa del Rey principalmente porque contra la Real Sociedad a Vini se le metió entre ceja y ceja que había de ser así. Y como agradecimiento en el siguiente encuentro se llevó raciones de pitos como para una boda al primer error. Quizá, y solo quizá, los aficionados propios deberían ser un apoyo y no obstáculo.
Quizá, y solo quizá, los aficionados propios deberían ser un apoyo y no obstáculo
No se trata de aquello de la exigencia del Madrid y de que en el club de Concha Espina no se vive del pasado, ambas cosas ciertas y necesarias, sino de tener un poco de paciencia y respeto hacia el jugador que te saca las castañas del fuego día sí y día también. Aunque sea por egoísmo, no parece una gran idea regalar serenatas de viento a tu futbolista más determinante cuando tal vez lo que necesita —él y el equipo— es ánimo para remontar un partido. Es una opinión personal, hay quien está convencido de que el Madrid ha ganado seis Champions en diez años gracias a que se enfada mucho, pita e insulta a la mínima a aquellos jugadores, entrenadores y directivos que le han provisto de tanta felicidad. Y yo no soy quién para decirles lo que tienen que pensar.
El momento, además, quizá no sea el más propicio, en un tiempo y un ecosistema en el que rivales, especialmente uno, dirigentes y organismos se afanan por ver quién comete el delito más flagrante, retuerce la norma de manera más churrigueresca, regurgita las declaraciones más torpes o hace el ridículo más bochornoso.
Vinícius es un fenómeno social que se filtra por todas las rendijas del día a día. Uno se desplaza a otra provincia para visitar a unos amigos y entre patata y patata brava se cuela, de repente, un comentario denigrante sobre Vini sin venir a cuento. O si no denigrante, para dejar patente lo mal que a alguien le cae el jugador. Dentro de poco, al lado de «nivel medio de inglés» va a ser obligatorio reflejar en el currículum «me cae mal Vinícius» si uno quiere aparentar ser una persona de bien y contratable.
Dentro de poco, al lado de «nivel medio de inglés» va a ser obligatorio reflejar en el currículum «me cae mal Vinícius» si uno quiere aparentar ser una persona de bien y contratable
Cualquiera cuenta con varios contactos en la agenda que al primer pase del siete le escriben para exigir su venta sumarísima a Arabia. O incluso antes de comenzar el partido. La pataleta no cesa salvo que sea decisivo para ganar el partido —es decir, a menudo—, porque hay quien solo habla para decir algo peyorativo y jamás envía un mensaje positivo cuando las cosas salen bien. Probablemente en su día a día hagan todo a la perfección sin el más mínimo error. Hay un sector del madridismo que desgraciadamente se parece mucho al antimadridismo.
Vinícius ha evolucionado de jugador de fútbol a concepto, un concepto que hace las veces de purgante de todas las lacras que atesoramos y de líquido para el revelado de la foto de nuestro interior. Vinícius se ha convertido en un recipiente en el cual volcar las frustraciones.
Vinícius tiene consecuencias similares al fútbol. Vinícius y el fútbol son dos conceptos muy parecidos, porque Vinícius es el epítome del fútbol.
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