Tiralíneas Madrid
·22 aprile 2025
Mbappé tiene más que una lesión

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·22 aprile 2025
Su esguince en el tobillo derecho, junto a la tarjeta roja que vio en Mendizorroza, hicieron que el francés contemplara el partido del Real Madrid desde la grada. Aún así, lo peor no fue no poder ayudar a sus compañeros, sino escuchar los pitos del Santiago Bernabéu
La guinda del pastel de Florentino Pérez, Kylian Mbappé, llegó para poner fin a una historia romántica más digna de una novela que de un fichaje. Un culebrón que mezclaba amor y odio a partes iguales, dependiendo del despecho blanco o de los guiños del beau gosse. El astro tenía a los pies de la Torre Eiffel, y a los suyos propios, hasta al mismísimo presidente de la República. Por no hablar de la predilección del todopoderoso jeque catarí y el ya más distanciado Al-Khelaifi.
Pero el sueño de ese niño que idolatraba a Cristiano Ronaldo fue más grande que todo el oro y los petrodólares. La ‘tortuga’ llegó, lentamente claro; siete años tarde para ser exactos. Aún así, el Santiago Bernabéu ya le había perdonado en cuanto se besó el escudo y dijo aquello de «¡Hala Madrid!». No importaba la espera, valía la pena imaginarse al vigente campeón de Europa con el considerado mejor jugador del mundo.
Como si de un videojuego se tratara, el aficionado merengue contemplaba la alineación del Real Madrid como si ya tuviera todos los cromos. Los más nostálgicos rememoraban la época de los Zidane, Beckham, Ronaldo, Figo, etc. Los mismos que posiblemente esperaban más de los galácticos y que exigían a Mbappé que se adaptara rápido a sus amigos de vestuario y delantera: Vinicius, Bellingham y Rodrygo. Pero el gol en la Supercopa de Europa auguraba un comienzo demasiado abrumador para el recién llegado.
Ese cartel de goat chocó con la aclimatación y la pretemporada que el galo no pudo realizar. Aunque el madridismo no entiende de paciencia y los malos resultados suelen apuntar al que acapara portadas. Quizá por esa misma costumbre de ser el centro de atención en el PSG, ‘Kiki’ tuvo la personalidad suficiente como para salir de un bucle puramente psicológico. Abriendo así una lata de goles que no han parado de caer, pese a no terminar de explotar…como tampoco el equipo.
Hasta el punto de que en el Emirates Stadium se produjo ese punto de inflexión o golpe de realidad que ponía en jaque el ciclo de Carlo Ancelotti. Con ese 3-0, resultaba paradójico que Mbappé estuviera a punto de ser eliminado de ese trofeo que le falta y por el que aterrizó en la capital española. Esa orejona que justo un año se levantaba sin él, ahora estaba más cerca de Luis Enrique, como si fuese una maldición. Un encantamiento que se cebó con el galo en Mendizorroza en un cruce de cables sonrojante, nunca mejor dicho.
Un hechizo que lo volvió invisible frente a su compatriota Saliba en la vuelta de Champions. En un templo blanco donde el mal de ojo le pasó a un esguince de tobillo que el público entendió como una retirada. La afición prefería a su Cid Campeador sobre el césped, pero éste se iba junto a la poca esperanza que restaba. Y aunque los pitos de la grada lo acompañaron en el videomarcador, mientras se disputaba la liga ante el Athletic, el delantero seguirá siendo la ilusión en la Copa del Rey. Porque con 49 tantos avalándole, todo apunta que estará frente al Barça en La Cartuja el próximo 26 de abril.